Dependiendo de nuestra historia personal y del contexto familiar, social y cultural en el que nos desenvolvemos, es probable que experimentemos diversas sensaciones al hablar de sexualidad y menstruación con nuestras hijas e hijos. Puede que nos sintamos muy cómodos/as, pero también es posible que surjan emociones como el miedo, la vergüenza y la confusión.
Es por esta razón que se sugiere realizar un ejercicio reflexivo sobre nuestra propia experiencia con la sexualidad antes de iniciar cualquier proceso educativo o de acompañamiento.
Preguntas reflexivas sobre mi propia educación sexual:
Desde un lugar libre de juicios y culpas, podríamos preguntarnos:
- ¿Cómo fue mi educación sexual?
- ¿Recibí educación sexual?
- ¿Fue desde una perspectiva de cuidado y disfrute?
- ¿O fue desde una perspectiva de miedo y prevención?
- ¿Cómo impactó esto en mi vida adulta, en mi desarrollo personal, emocional y social?
La respuesta colectiva suele ser que fuimos educados desde el miedo y la culpa. Estas experiencias tienen repercusiones en la vida adulta, especialmente en la forma en que disfrutamos de nuestra sexualidad y afectividad. El tabú y el silencio que rodean a la sexualidad generan desinformación, perpetúan mitos y creencias dañinas. Es crucial destacar que esto puede ser abordado y reparado a través de la propia educación, mediante la lectura, participación en charlas y talleres, y, en casos más complejos, a través del acompañamiento terapéutico.
También es válido señalar otro tipo de respuesta común: "Nunca recibí educación sexual". No obstante, es importante reconocer que, según Graciela Morgade (2016), siempre estamos inmersos en un proceso educativo sexual. Las experiencias más explícitas y formales pueden ocurrir en el ámbito familiar y escolar, pero las infancias y los jóvenes reciben una educación más difusa y social en cada uno de los espacios en los que interactúan, ya sea con amigos, primos, en redes sociales, a través de la publicidad, entre otros. Además, la educación sexual también se transmite mediante el lenguaje no verbal, lo que no se dice y los silencios. Es decir, la educación sexual no se limita a lecciones específicas, sino que está presente en todos los aspectos de la vida cotidiana y en la interacción con el entorno.
Según lo que hemos comentado, podemos llegar a dos conclusiones importantes. En primer lugar, al embarcarnos en el proceso educativo de la sexualidad, es probable que revivamos y reevaluemos nuestra propia historia, recuerdos, sufrimientos e incluso traumas. Este ejercicio puede contribuir a que seamos más empáticos y comprensivos con nuestras hijas/os o estudiantes. Además, nos brinda la oportunidad, si así lo deseamos, de abordar y resolver temas pendientes relacionados con nuestra propia sexualidad que quizás no habíamos explorado (Álvarez y Balsa 2020).
En segundo lugar, se destaca la relevancia no solo de lo que decimos, sino también de cómo lo expresamos, y, por supuesto, de lo que omitimos. Las infancias interpretarán nuestro lenguaje no verbal, y si omitimos información o guardamos silencio, es probable que llenen ese vacío con concepciones distorsionadas o asocien erróneamente la sexualidad con algo negativo. También es probable que busquen respuestas en otros espacios, como internet, para aclarar sus dudas. La comunicación abierta y honesta, por lo tanto, se vuelve esencial para guiar de manera saludable su comprensión de la sexualidad.
Por último, queremos dejar en claro que las madres no son las únicas ni las principales responsables de la educación menstrual y sexual de las infancias. Es responsabilidad del Estado garantizar la educación menstrual y sexual en todos los centros de salud y establecimientos educacionales, así como apoyar a las familias en esta tarea. Sin embargo, actualmente nos encontramos (en Chile) en un periodo de transición en cuanto a políticas públicas relacionadas con la educación sexual. Esperamos que, mediante el diálogo y el establecimiento de consensos, podamos avanzar positivamente en este ámbito.
Para hacer más fácil el proceso de crianza y acompañamiento en temas de sexualidad, te ofrecemos nuestro juego "Mi Cuerpo es Valioso": cartas diseñadas para acompañar la primera menstruación y la pubertad. El propósito de este juego es brindar herramientas lingüísticas simples y adecuadas para la edad, con el fin de facilitar esas conversaciones que suelen ser complicadas tanto para las familias como para los educadores. Buscamos crear espacios seguros que promuevan la construcción de vínculos de confianza. Además, en futuras publicaciones en nuestro blog, continuaremos abordando temas importantes sobre la sexualidad y la afectividad para apoyarte en tu labor de crianza, promoviendo el acompañamiento desde el cuidado y el respeto.
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Bibliografía
Álvarez Vázquez, F., & Balsa Sabbah, M. E. (2020). Soluciones en Sexualidad Infantil y Adolescentes: Estrategias Breves. Editorial Pax.
Cahn, L., Lucas, M., Cortelletti, F., & Valeriano, C. (2021). Educación sexual integral: guía básica para trabajar en la escuela y en la familia. Siglo Veintiuno.
Merchán, C., & Fink, N. (2021). Ni Una Menos desde los primeros años: educación en géneros para infancias más libres. LOM ediciones/ Editorial Chirimbote.